José María López,
En el primer viaje, porque no tuve nada que temer y descubrí toda la belleza que se encuentra en esa humanidad empobrecida y sonriente, en el segundo porque me sentí flotar en un mundo de colores y libertad y en el tercero porque yo no era un bicho raro y mis amigos también sintieron el latido continuo y vigoroso de ese pueblo que desde hace tiempo, sin ser capaz de expresar los motivos, pues quizás los sentimientos no se pueden explicar, me tiene atrapado.